Cicerón y Valerio Máximo cuentan la siguiente anécdota
sobre Bías de Priene, quién era distinguido legislador y orador, uno de los
legendarios siete sabios de Grecia; relatan los nombrados que enemigos de la
ciudad de Priene habían tomado por la fuerza de las armas su plaza central,
ante el asedio todos sus ciudadanos huían de sus casas cargando todo lo que
podían llevar de sus pertenencias, sólo Bías marchaba por el camino sin llevar
absolutamente nada, apenas la túnica con la que cubrir su cuerpo. Al verlo, sus
conciudadanos le preguntaron por qué no hacía como ellos. Para su sorpresa, el
sabio les respondió que en efecto lo hacía, pues él llevaba todos sus bienes
consigo. La charada del pensamiento de Bías y que otros no lo comprendían, se
trataba de cosas invisibles para los ojos, pero valiosas para el espíritu.
El
pensador Séneca en sus Epístolas Morales 9.18-19, le atribuye la misma anécdota
al filósofo griego Estilpón. El fabulista Fedro relata una versión algo diferente
protagonizada por Simónides en la que el genial poeta lírico pierde todas sus
riquezas en un naufragio pero, a diferencia de los marinos, no lo lamenta, pues
lleva todas sus riquezas en sí mismo. Ello es rápidamente demostrado cuando los
náufragos son ayudados por un rico habitante de una ciudad cercana, que, siendo
un admirador de Simónides, vuelve a proveerlo de todo lo que había perdido.
En
esta idea y modo de ver nuestra realidad, vemos ilustrada la invulnerabilidad
del sabio asumida y sostenida por los estoicos… “Nada malo puede sucederme,
nunca me veré perjudicado, pues mis bienes se encuentran en un plano que
trasciende lo material”.
En este orden de ideas, Séneca nos ilustra en su
tratado Constancia Sapientes tampoco puede el sabio padecer injusticia, afrenta
o sufrir injuria, porque según él y de acuerdo con el pensamiento estoico, el
único verdadero mal es la inmoralidad. La prueba de la tesis de la
inviolabilidad del sabio estoico consiste esencialmente en un silogismo: siendo
el mal generador de daños y perjuicios, ante el hombre sabio, aquel no puede
surtir sus dañinos y oprobiosos efectos, pues ante la maldad humana el estoico
permanece incólume ante cualquier injusticia.
De hecho, el hombre que posee la
razón no está expuesto a la insolencia y no puede estar indignado porque tiene
en sí mismo el bien y la virtud divina que hace que sea libre de todo mal y el
daño que pueda ocasionarle. La virtud del sabio coincide con su autosuficiencia
y "basta a sí mismo": gracias a las virtudes los sabios no se
doblegan ante nadie ni aún por los acontecimientos adversos, no tiene miedo a los
giros del destino. Él sabe que su virtud no le puede ser despojada, a diferencia
de todos los demás ocupados y aferrados a la precariedad de los bienes.
Vivimos
en una sociedad consagrada al materialismo más absoluto, transformado a un
mismo tiempo en fetichismo e ideología sistemática; se compra y adquiere mas de
lo que realmente llena nuestras necesidades, de allí el malestar entre los
hombres, la innecesaria competencia por poseer, atesorar, con un mero fin de
aparentar a los demás su ostentación, dejando al margen aspectos existenciales
mucho mas trascendentes y enriquecedores, que si fuesen asumidos como modo de
vida por todos los hombres nuestro paso por esta línea existencial sería mucho
mas enaltecedora, justa, equilibrada y plena.
En nuestra cultura la inevitable
transitoriedad de lo tangible, adquiere un matiz aún mas dramático ante el
infortunio y la posibilidad real del hecho de perder esos bienes materiales; en
realidad no poseemos nada, antes que propietarios, somos usuarios o inquilinos,
acaso es preciso recordar el sabio refrán popular “Nadie sabe para quién
trabaja” pues todo lo nuestro será tarde o temprano de otro y del que menos
pensamos. Las únicas cosas que verdaderamente están bajo nuestro control son la
sabiduría, el conocimiento, los valores y las habilidades que hemos adquirido a
lo largo de nuestra vida, ese es nuestro único capital inalienable, nuestra
existencia.
JLReyesM.
Muy interesante y realmente cierto.
ResponderEliminarGracias hermanito.
EliminarMuy interesante y realmente cierto.
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