viernes, 23 de septiembre de 2016

El Hombre es Lobo del Hombre

Plauto
(Sarsina, 251 a.C.-Roma, 184 a.C.)
La alocución es de Plauto aunque se la adjudiquen a Tomas Hobbes, quién la toma para su disertación sobre la maldad humana, señalando al hombre como malo por naturaleza.

Tomas Hobbes dice: …en el "estado de naturaleza" el hombre vive una guerra de todos contra todos. «El hombre es un lobo para el hombre.» Pero, al mismo tiempo, este mismo hombre, incluso en el estado de naturaleza, sigue siendo un ser racional y tiende a superar el desorden y la inseguridad reinante en la naturaleza. Con el fin de lograr su seguridad y superar el peligro que el estado de naturaleza implica, los individuos ceden sus derechos en favor de un tercero, surgido de este contrato… el “Estado” o la “República” también llamado "Leviatán". Para que este acto tenga sentido, la sesión de derechos naturales al Estado debe ser definitiva. Los derechos no pueden ser recuperados por si para los hombres como entes individuales en el mismo estado de la naturaleza, pero el Estado existe como tal para asegurar esos derechos dentro de un orden social de derecho y de justicia. El Estado es, por lo tanto, omnipotente y omnipresente entre los hombres para administrar esos derechos en un marco de leyes coercitivas de la conducta social, y sus poderes públicos en equilibrado ejercicio del poder, garantizan el cumplimiento y eficaz realización de los fines del Estado como única expresión del derecho, la moral y la religión; pero una vez quebrantado ese orden social no existe el derecho, ni la justicia y menos la esperanza.

Hobbes
Thomas Hobbes la tomó de Plauto (Tito Maccio Plauto) poeta romano, quién lo había mencionado siglos antes en su comedia “Asinaria” (La Comedia de los Asnos) una obra teatral, inmortalizando el dicho “el hombre es un lobo para el hombre”. Tenía sus razones, pues estuvo años esclavizado como un burro dándole vueltas a la rueda del molino de un panadero. Ni siquiera imaginaba Plauto que todo sistema ideológico-político y por culpa de la avaricia del hombre, haría realidad universal su amarga sentencia. Sin embargo, donde sus palabras adquieren una terrible validez es sobre todo en la política. En la política el hombre se convierte en un lobo feroz sobre todo cuando disputa con sus propios hermanos. 

Es así como el hombre convertido en lobo, alcanza niveles de degradación humana insospechados que podrían aterrar hasta al más temible tigre de la selva que solo mata por comer y solo depreda a otras especies no a su propia especie. El ser humano convertido en bestia y sumido en las cavernas del sectarismo y el dogmatismo, entre humos fragorosos de poder, como lobos devoradores de hombres se enriquecen y mienten en tropel. Nada ni nadie los puede contener ni convencer. Van por ahí, destruyéndolo todo… honras, principios, ideales, vidas privadas, afectos, amores, sueños y anhelos de sus pueblos.

Misael Hernández.