domingo, 27 de mayo de 2018

Etnicidad, identidad e interculturalidad: Teorías, conceptos y procesos históricos.

Por Eugenia Ramírez Goicoechea.

El proceso de mestizaje en Sur América,
a diferencia del colonialismo británico,
contó con el aval del Rey Fernando El Católico
mediante Real Cédula de 1514,
junto a su antecedente jurídico de
las Leyes de Burgos de 1512
y sentada por las Leyes de 1542,
reconociendo el matrimonio entre razas
y asegurando la legitimidad e igualdad
de la descendencia respecto de
los hijos habidos en los matrimonios de Castilla.

Cito: “La tolerancia a la interrelación sexual de autoridades civiles. Militares y comerciantes europeos con mujeres india de alto prestigio social fue un hecho en la India Colonial Británica hasta finales del siglo XVIII. Algunas dieron lugar a nutridas familias basadas n relaciones estables y permanentes. Al llegar a cierta edad no era infrecuente que hijos  e hijas fueran enviados a Inglaterra para educarse con tíos o abuelos. Estos británicos, denominados White Msughals (mogoles blancos) mostraban una apertura intercultural también en otros dominios: la lengua, la alimentación, la decoración, las relaciones familiares extensas, las formas de ocio y hasta la indumentaria. Al morir, legaban a su compañera e hijos todas sus propiedades (Dalrymple, 2003). 

Sin llegar a constituir familias, algunos europeos, tanto en India como en África, mantuvieron relaciones permanentes y estables con mujeres que les cuidaron siempre, confundidas por la colonia como empleadas domesticas. Su invisibilidad social desaparecía cuando se hacía público que sus compañeros les habían legado todos sus bienes.

A pesar de  prohibiciones y admoniciones constantes por parte de las autoridades coloniales, siempre que estas practicas y relaciones se mantuvieran en privado, fueron más o menos consentidas.

Stler (1989-1995) afirma que no puede comprenderse completamente la historia del racismo sin entender a cuestiones de genero y sexualidad. Racismo e ideas sobre la sexualidad de los otros a partir de las nuestras han sido ingredientes principales en nuestra propia construcción identitaria.

Donovan (2003) también insiste en la importancia de las relaciones sexuales y de genero a la hora de crear fronteras raciales. Analizando la  historia de una mujer mulata y la implantación de políticas antivicio a principios del siglo XX en diversos lugares de Estados Unidos, asegura que el mantenimiento de las categorías raciales dependía de los discursos sobre relaciones legitimas o no entre los sexos y sus consecuencias reproductivas. Por ello, considera que estos aspectos no deberían ser nunca olvidados en los estudios históricos sobre el racismo.


Las nativas representaban las fantasías sexuales de los europeos, reservando para sus madres, hermanas, esposas e hijas el rol de esposas, madres, amigas y cuidadoras. El colonialismo europeo –como el norteamericano- se hallaba encadenado a la maquina del deseo (Stoler, 2002). 

El poder de lo erótico exótico sobre los europeos se basaba no solo en sus posibles largas temporadas de abstinencia sino en un imaginario de la incontrolable pulsión sexual de la nativa, su concupiscencia y promiscuidad sexual, su fertilidad. Si por un lado eran inferiores e incapaces, por otro se les admiraba y se les deseaba; su belleza corporal, su agilidad no eran reflejo de la disciplina y el trabajo sino de dones naturales asociados a su raza (Shohat, 2000(1994):21).  

Claro está que esta  ambivalencia entre la repulsión racial y la atracción social reflejaba más las frustraciones y anhelos de los europeos, sus sistemas normativos y represivos de una incorporalidad siempre negada. “