El daño moral a nuestro país, hacia todo lo que de bueno tiene el
patrimonio nacional, al margen de su infraestructura y economía, soslaya
principalmente su acervo histórico y la dimensión del pensamiento de los mentores
de nuestra nacionalidad.
Es un crimen impío, confabular para deformar su rostro, con un aspecto de mulato
ordinario, para recrear a imagen y semejanza del intromiso régimen, un Bolívar
que insurje contra la capacidad y creación artística de diversos pintores de época,
en diferentes lugares, quienes definieron un semblante iconográfico vivencial y
directo, que evaluando los múltiples retratos que de Simón Bolívar se
elaboraron, bien se puede dictaminar ciertos rasgos muy particulares y
característicos de su rosto, llegando a la conclusión veraz, que los estudios
morfológicos óseos del cráneo, realizados a un supuesto análisis objetivo,
arrojaron un resultado muy conveniente, para complacencia del régimen y sus
cancerberos.
Ese rostro indigno, no es sino parte de una intención premeditada de
subvertir el todo de una nación incauta, así más ampliamente se allanaron sus
instituciones, sus industrias, sus ciudades, sus pueblos, su infraestructura,
sus universidades, sus liceos, sus escuelas, sus servicios de salud, sus
servicios públicos, y, finalmente nuestras casas, quebrantando la voluntad de
las masas.
Donde y cuando veo ese rostro grotesco de un Bolívar suplantado, veo los
rostros del régimen títere que oprime Venezuela, veo toda la ruina y el
retroceso que ha significado para nuestro país, esa misma conmoción repulsiva
de una mayoría aplastante de Venezolanos, al ver plasmado el infame icono con
un perfil y semblanza facial deformada y degradada de Bolívar, como una chercha
a los hombres en su día a día dentro o fuera de Venezuela.
Y resultado de este vil plagio, lo más desafortunado, las nuevas
generaciones de venezolanos están identificando la figuración de un “Simón
Bolívar” a la medida de los tiranos, cuando el ideario político Bolivariano está
tan lejos de egocéntricas apetencias hegemónicas del poder. Esto, además, en
desconsuelo de los detractores de oficio, historiógrafos que hacen el juego a
los tiranos, difamando la estatura histórica y semblanza humana de El
Libertador, dicho esto también, en desagravio a la voluntad titánica y espíritu
de sacrificio de Simón Bolívar.
Pasarán, como pasan las pesadillas, y la dignidad florecerá nuevamente en
el territorio Venezolano, el tiempo es inconmensurable y justiciero, toda la
verdad se decanta en sus arcanos, la muerte es el destino único de los hombres
y ante la sentencia definitiva de sus designios, no hay fuerza que se resista,
al final caerán, como caen las vanidades y portentos y sus protagonistas,
payasos de una ridícula pantomima, una historia por redactarse, escribirán
otros estos momentos con juiciosa pluma y claro pensamiento, las oscuras
páginas de estos perdidos días, y de sus secuaces, martirizadores de un pueblo
trabajador y honesto, no hablo de los pérfidos y los inconsecuentes, y en nombre
del Venezolano de bien escribo.
Ese día, destino fijo de esta humillante autocracia, enjuiciados sus remanentes personeros, los innobles perfiles amulatados que
definen e identifican al oprobioso régimen, se quemarán en todas las plazas públicas a lo largo y ancho de una “Nueva
República de Venezuela” y aireadas las banderas con sus amarillos, azules y
rojos pliegues, y sus siete estrellas, será esta profecía hoguera atizada al
viento norte de nuestro Mar Caribe, regresará la virtud y el honor, templados
como acero, en el ritornelo de tus hijos, patria nuestra.
Abraham Puertas.