Las redes sociales deben ser edificantes, emplearlas con sentido asertivo para la comunicación eficaz, además, respetando a los demás, observando normas de ética social, permitiéndole al individuo ser quién es
y expresar lo que siente y piensa de forma “asertiva” pero respetando los criterios ajenos, en orden al libre discernimiento, debatir con dignidad para ambas partes en el proceso de comunicación.
Es la teoría de un asunto nacido en estos tiempos de una amplitud tecnológica
comunicacional, que le ha permitido a la humanidad estrechar las fronteras y
globalizarla; todo tipo de información vuela con la velocidad de un simple
botón que envía ese dato a miles de personas, antes las editoriales imprimían 1.000
ejemplares de una obra escrita en un libro, hoy ese mismo contenido intelectual
digitalizado llega a millones de lectores, hasta el más apartado lugar desde el estudio del más inadvertido creador de contenido, escritor o académico.
Dentro del entorno de familiares y amigos, es todo un fenómeno social, un
familiar me decía hace unos días, ahora nos hablamos más que antes que vivíamos
en la misma ciudad, ahora tan distantes mantenemos un conocimiento diario de
nuestras vidas.
Sin embargo, hay que tener cuidado con el uso de estos valiosos recursos de
redes sociales, emplearlos con sentido ético con vista a los derechos asertivos
comentados, por una parte, en la emisión del proceso comunicacional, se ha
sobrepasado el límite de los contenidos propuestos, no todo lo que se coloca u
opina en redes es edificante, ni dentro del marco valorativo de lo que podría
ser apreciado como un aporte constructivo y educativo, por otra parte, los
receptores como divulgadores de esos contenidos, en su efecto multiplicador,
pareciera que entre más amarillista, mediocre y decadente sea el contenido, más atención se
le presta y más consigue su circulación en redes.
Otro aspecto, es el trato entre los interlocutores con vista a la asertividad en el proceso de comunicación; recuerdo
aquellas reglas del buen hablante y del buen oyente, siempre expuestas por mi
maestra María de Jesús Martínez, normas que enaltecen la sana y productiva conversación,
sin arrebatar, menos pisotear, recontra menos intentar humillar al interlocutor.
Ciertamente, comentar en redes sociales se ha convertido en una suerte de
competencia, tratando de imponer una corriente de opinión, llegando al extremo de emplear un
lenguaje escrito soez y vulgar, denigrante y de bajos usos entre segmentos de la población marginal.
Una interlocutora en Facebook me etiquetó de “equífero” palabra que, por
primera vez en mi vida escuchaba, esa señora a sus más de 50 y tantos años, con
título universitario y postgrado, rebusca en el vulgo su modo de hablar y
escribir en Facebook, y lo hace con una naturalidad de origen; el asunto es que
acudí a la Internet para dilucidar que significa ese vocablo, pues aún no aparece
registrado en el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, según
este enlace https://www.tubabel.com/definicion/38799-equifero
Equífero, esta palabra es originaria del barrio Pinto
Salinas. parroquia El Recreo, Caracas. Y era utilizada para describir o nombrar
a una persona que estaba trastornada, celosa, en la luna, molesta o en
condiciones psiquiátricas y psicológicas dudosas...
Total, no es demostrar aparentar tener conocimiento, ni por dárselas de letrado, menos de sabio, emplear un lenguaje de cierto nivel, más si se es profesional universitario, y aún cualquier persona que, por autodidacta, no es ninguna falta personal menos criticable, que mejore su léxico, peor lo hace aquellas otras personas en su mediocridad, que por hacer lo contrario, rebuscan en el más bajo de los modismos, los usos de expresión
personal.
Cuando se comenta, es muy del agrado una manito arriba, es estimulante al trato interpersonal, un corazón sentimentalmente aceptado, una carita sonreída que ha sido recibido el chiste con agrado, y hay que tener cuidado con la carita sonreída, porque también se emplea como burla y eso es también cuestionable; si no gusta el comentario porque se tiene otra opinión, es menester debatir de forma ecuánime, siempre con un lenguaje edificante, es decir asertivo, hacer su propuesta sin ánimo de competencia, humillando a su interlocutor, menos descalificándolo, que es el último recurso que emplea aquel interlocutor de mala fe, porque a la hora del Té, uno descubre a las personas tóxicas, porque solo se pronuncian hacia lo negativo, nunca te dan manito arriba, y si comentan lo hacen de modo ácido y mordaz, y si no lo hacen al principio la ponen al final, pero dejan su semilla de mal vivir y actuar, por ser personas de muy malas vibraciones.
JLReyesMontiel.