domingo, 7 de junio de 2020

Un Plagio Nacional.


El daño moral a nuestro país, hacia todo lo que de bueno tiene el patrimonio nacional, al margen de su infraestructura y economía, soslaya principalmente su acervo histórico y la dimensión del pensamiento de los mentores de nuestra nacionalidad.

Es un crimen impío, confabular para deformar su rostro, con un aspecto de mulato ordinario, para recrear a imagen y semejanza del intromiso régimen, un Bolívar que insurje contra la capacidad y creación artística de diversos pintores de época, en diferentes lugares, quienes definieron un semblante iconográfico vivencial y directo, que evaluando los múltiples retratos que de Simón Bolívar se elaboraron, bien se puede dictaminar ciertos rasgos muy particulares y característicos de su rosto, llegando a la conclusión veraz, que los estudios morfológicos óseos del cráneo, realizados a un supuesto análisis objetivo, arrojaron un resultado muy conveniente, para complacencia del régimen y sus cancerberos.

Ese rostro indigno, no es sino parte de una intención premeditada de subvertir el todo de una nación incauta, así más ampliamente se allanaron sus instituciones, sus industrias, sus ciudades, sus pueblos, su infraestructura, sus universidades, sus liceos, sus escuelas, sus servicios de salud, sus servicios públicos, y, finalmente nuestras casas, quebrantando la voluntad de las masas.

Donde y cuando veo ese rostro grotesco de un Bolívar suplantado, veo los rostros del régimen títere que oprime Venezuela, veo toda la ruina y el retroceso que ha significado para nuestro país, esa misma conmoción repulsiva de una mayoría aplastante de Venezolanos, al ver plasmado el infame icono con un perfil y semblanza facial deformada y degradada de Bolívar, como una chercha a los hombres en su día a día dentro o fuera de Venezuela.

Y resultado de este vil plagio, lo más desafortunado, las nuevas generaciones de venezolanos están identificando la figuración de un “Simón Bolívar” a la medida de los tiranos, cuando el ideario político Bolivariano está tan lejos de egocéntricas apetencias hegemónicas del poder. Esto, además, en desconsuelo de los detractores de oficio, historiógrafos que hacen el juego a los tiranos, difamando la estatura histórica y semblanza humana de El Libertador, dicho esto también, en desagravio a la voluntad titánica y espíritu de sacrificio de Simón Bolívar.   

Pasarán, como pasan las pesadillas, y la dignidad florecerá nuevamente en el territorio Venezolano, el tiempo es inconmensurable y justiciero, toda la verdad se decanta en sus arcanos, la muerte es el destino único de los hombres y ante la sentencia definitiva de sus designios, no hay fuerza que se resista, al final caerán, como caen las vanidades y portentos y sus protagonistas, payasos de una ridícula pantomima, una historia por redactarse, escribirán otros estos momentos con juiciosa pluma y claro pensamiento, las oscuras páginas de estos perdidos días, y de sus secuaces, martirizadores de un pueblo trabajador y honesto, no hablo de los pérfidos y los inconsecuentes, y en nombre del Venezolano de bien escribo.

Ese día, destino fijo de esta humillante autocracia, enjuiciados sus remanentes personeros, los innobles perfiles amulatados que definen e identifican al oprobioso régimen, se quemarán en todas las plazas públicas a lo largo y ancho de una “Nueva República de Venezuela” y aireadas las banderas con sus amarillos, azules y rojos pliegues, y sus siete estrellas, será esta profecía hoguera atizada al viento norte de nuestro Mar Caribe, regresará la virtud y el honor, templados como acero, en el ritornelo de tus hijos, patria nuestra.

Abraham Puertas.