"Desde la aparición
del Estado Constitucional
y más completamente
desde la instauración de la democracia,
el demagogo es la figura típica
del jefe político en Occidente"
Max Weber.
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El tiempo se acabó, pasó a la historia aquella época de la política y los
políticos de la Venezuela Petrolera, en el mal sentido del ejercicio del espíritu
de facción, proselitista y electoral, asumido y así entendido por la clase política
venezolana del siglo XX, basado en arreglos de cúpulas burocráticas que se
subrogaban el derecho de dirigir los destinos de nuestro país, incluso por
encima del interés nacional.
Todavía persiste, esa carrera por figurar en la política venezolana,
tratando de protagonizar los escenarios públicos, para trepar al poder, por
demás, a expensas de aplastar los verdaderos líderes emergentes, en ese afán de
presumir detentar la facultad expresa de auto designarse como cabeza del
partido, tratase de los viejos partidos tradicionales, grupos o movimientos que
fueren, en el marco de la profunda crisis de la política venezolana.
¿Cómo enfrentar la monolítica arrogancia hegemónica del poder sustentado por
el régimen? Solo con una monolítica presencia de oposición, esa es la condición
impretermitible para enfrentar en estrados, palestras y ante el país entero, a la
Bestia de Seis Cabezas del régimen títere del Castrismo en Venezuela.
Al final de cuentas, esa absurda majadería de correr tras del poder, en ser
aquel que llegué primero a “Miraflores” se unge ante la prensa y la opinión
pública, como el que verá la luz en la Presidencia de Venezuela, y sus
segundones en las lozanas y apetecidas prendas del poder.
Es muy viable sugerir, para el futuro Constitucional del Estado Venezolano,
se asuman las funciones públicas de los gobernantes como tareas Honorarias,
sujetas a penas imprescriptibles por largos años de prisión, estableciendo las diversas
tipologías penales de malversación de fondos públicos, corrupción política y
dolo en sus heterogéneas maneras, formas y especies.
Sin dejar de lado, la creación de Tribunales Especiales, de libre elección y
remoción popular, monitoreados permanente por la Fiscalía General de la República,
por la Procuraduría General de la República y por la Contraloría General de la
República; dichos Tribunales Especiales, tendrán la competencia del conocimiento
de los hechos por malversación de fondos públicos y demás actos dolosos, en la
que incurran todo funcionario público desde el Presidente, hasta el último
funcionario, secretario o escribiente del pueblo más apartado y lejano del
territorio venezolano como su jurisdicción.
Dichos Tribunales Especiales anti corrupción, desde los jueces, secretarios,
alguaciles, escribientes, archivistas, hasta el portero del Palacio de Justicia
pues, estarán por igual sujetos al dispositivo legal penal que se establezca, y
les sancione por su dolo, valimento e ilícito proceder. Incluyendo a la
Fiscalía y sus Fiscales del Ministerio Público, Procurador de la República y Contralores,
en fin, a toda la cadena de funcionarios, subalternos y afines, tanto del sector civil, como militar, a éstos se les doblarán las penas por su carácter castrense, y serán sometidos en igualdad de condiciones procesales a la jurisdicción civil, en fin, a todo aquel que de una u otra forma ejerza cargo o desempeño de las funciones de servidores públicos, habidos y por
haber.
Sanear la gestión pública, es sanear la Democracia, sanear la Democracia es sanear al hombre en sociedad, por eso es necesario sanear la política venezolana al modo Aristotélico, y para ello hay que tomar medidas extremas
para lograr edificar el país que queremos, sino, por ese camino que vamos, algún día, las nuevas
generaciones a fuerza de sangre, dolor y lágrimas, aprenderán la dura lección y
adquirirán sentido de pertenencia a la cosa pública y querencia por lo que es
de uno y de todos.
Abraham Puertas.